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Un amigo se ha ido...
Californiano y orgulloso de serlo, Steve llegó a la navegación unos años antes de jubilarse de su trabajo como ingeniero informático. Feliz de aprovechar su nueva libertad para descubrir el mundo, había aprendido a navegar bien y adquirió su magnífico "Solace", un potente y robusto Baltic 42, muy elegante, pero no ideal para navegar en solitario, como el se puso a practicarlo.
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Desde San Diego había realizado un viaje a las islas hawaianas, con su hija Kelsey y una amiga de ella, su hija a la que estaba vinculado incondicionalmente e indefectiblemente, ya que tuvieron la desgracia de perder a su esposa y mamá, cuando la hija estaba todavía en la infancia. Kelsey, una chef talentosa, también es una surfista experta, que sabe jugar como nadie en los impresionantes olas que el Pacífico levanta sobre las costas de su natal California.
Steve luego se dirigió hacia el sur, descendiendo a lo largo del continente en varias etapas, hasta Chile. Y así fue en Valdivia que nos conocimos, el llegando del norte, yo del oeste y del cruce del Pacífico. Dos viejos marineros solitarios: esto solo pudo dar a luz una cálida amistad y vivimos en unos meses de convivencia en los puertos y en navegación concertada por los Canales de la Patagonia hasta Tierra del Fuego.
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Cuántos días y tardes hemos pasado juntos, trabajando a bordo, o simplemente pasándolo bien y compartiendo buenas comidas, a veces en su barco, a veces en el mio. Le encantaron mis platos italianos, o el queso derretido de mis raclettes suizas, me encantó su pastel de pastor tan rico como sabroso, y ambos apreciamos mucho el buen vino tinto chileno que va tan bien con... cualquier cosa, ¡especialmente en buena compañía!
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En Ushuaia recibió la visita de su hija y realizó un recorrido con ella y una amiga por el Canal Beagle y los glaciares, antes de remontar los Canales hasta Puerto Montt, donde sacó su velero del agua y se fue pasar el invierno chileno en el verano de su país.
De regreso a bordo, regresó a Valdivia, esta lindo ciudad que nos había encantado a los dos, preparándose para el gran salto en el Pacífico hacia sus islas. La primera fue Juan Fernández, quien le evocó sus recuerdos de infancia de Robinson Crusoe, luego Rapa Nui, esta Isla de Pascua con la que soñaba durante mucho tiempo, un importante destino de viaje cuyo descubrimiento lo llenó de alegría.
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Nunca olvidaré esas semanas en las que, el navegando y yo en Tierra del Fuego, estuvimos en comunicación permanente por correo electrónico, ya que Steve había comenzado a estudiar francés con miras a su llegada a Polinesia Francesa y que fui su prof.
Habiendo conocido allí a nuestros amigos mutuos Niels y Linette, la pareja holandesa del "Stormalong", Steve visitó la isla con ellos y fue así que a principios de marzo se enfrentaron juntos a la llegada de una depresión, que según el pronóstico del tiempo traería fuertes vientos del NW en la zona.
Marineros experimentados, Niels y su esposa confiaron en la sabiduría del marinero, mientras que Steve, un marinero brillante pero de experiencia mas reciente, siguió el consejo urgente de la Capitanía de Puerto de Hanga Roa: los primeros zarparon por el mar abierto, donde un velero está en su elemento para defenderse del mal tiempo, mientras que Steve ganó en el sur de la isla la Bahía de Hanga Vinapu, protegida de los vientos anunciados, junto a algunos otros veleros venidos a dejar pasar el mal tiempo en este fondeadero.
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En mar Niels y Linette tuvieron que luchar con fuerza contra vientos de mas de 50 nudos, de dirección irregular, hasta el punto de que incluso tuvieron dudas sobre los méritos de su elecci/oacute;n estratégica.
Pero hicieron su trabajo muy bien y terminaron dejando atrás el mal tiempo y pudieron continuar su viaje tranquilamente hacia el oeste, hacia el archipiélago de los Gambiers y la Polinesia Francesa.
En la protección de la bahía de Hanga Vinapu, los veleros no tuvieron ningún problema en resistir a este vendaval de noroeste.
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s/y Solace
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Hasta que, por la noche, el viento amaina, ciertamente, pero desviándose hacia el suroeste y contribuyendo a traer de lleno a la bahía un fuerte oleaje, levantando olas muy grandes que hacían extremadamente incómodo el fondeadero, en el límite del sostenible.
Todos los barcos estaban en alerta, listos para levar anclas si era necesario y un gran prao incluso informa que tuvieron que poner uno de sus motores en marcha atrás para que su barco no se ponga por través de las olas y que la situación sigue siendo mas o menos controlable. Entonces estaban a unos 200 metros de Steve y podían ver muy bien la luz de fondeo de su barco entre ellos y la costa. Vieron a Steve a ocuparse de su anclaje en la cubierta de proa, luego regresar a su camarote, antes de que una ola muy grande tomara su barco y la volcara, la luz de fondeo desapareciendo para nunca mas reaparecer. Aunque conscientes de la tragedia, los vecinos no tenían posibilidades de poder emprender nada en las condiciones del momento y solo podían emitir una alerta Mayday. Sin embargo, la capiania de puerto tampoco pudo llevar a cabo ningún rescate, ya que ningún barco pudo salir del puerto principal de Hanga Roa en las condiciones del mar en ese momento. Y al día siguiente solo quedaban mil pedazos de restos del "Solace" esparcidos sobre las afiladas rocas del fondo de la bahía.
Se puede imaginar que el oleaje muy fuerte se amplificó hasta tal punto por la subida del fondo de la bahía, que bastó para volcar "Solace", a pesar del lastre pesado y profundo de este poderoso velero, hasta que deja que su mastil pasante muy fuerte toque el fondo y rasgue trozos de la cubierta, llenando el bote de agua casi instantáneamente. Otro barco de unos cincuenta pies, anclado permanentemente en la bahía, fue arrancado de su fondeadero y también hecho añicos en las rocas de la orilla, afortunadamente sin nadie a bordo. Esto hecho tendería a confirmar el carácter inusualmente malo de las condiciones imperantes.
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Foto Capitania de Puerto de Hanga Roa
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Los únicos consuelos que quedan son que todo debió haber pasado muy rápido, sin darle tiempo a sufrir a mi infeliz amigo, y el hecho de que se fue mientras vivía su sueño, del que Isla de Pascua fue precisamente una de los grandes imágenes.
Con su rigor de ingeniero, Steve documentó sus viajes en un blog llenos de recuerdos y detalles técnicos interesantes. www.sailingsolace.com
Han pasado los meses, pero muchas imágenes y recuerdos siguen bailando en mi cabeza, a veces acompañando en mi guitarra los acordes de la anción de Georges Brassens "Les copains d'abord" ("Amigos primero"): chao Steve, viejo amigo, tu agujero en el agua nunca se cerrará... y como las almas de los marineros perdidos regresan a nosotros en el vuelo de un albatros...
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